miércoles, 26 de noviembre de 2014





MASACRE DE BAHÍA PORTETE 

La masacre de Bahía Portete en la alta Guajira tiene un gran connotación ya en esta se evidencia el maltrato hacia una población vulnerable y poco protegida como es la comunidad indígena Wayúu, el desplazamiento masivo (600 indígenas desplazados) y la violencia sexual, masacre que data del día 18 de abril del 2004 realizada por 40 paramilitares del frente de contrainsugerncia Wayúu de las autodefensas unidas por Colombia (AUC). Ademas de evidenciar  los aspectos ya nombrados la selección del tema se debe a la falta de conocimiento de dicha masacre, consideramos que reconocer parte de las memorias de la población violentada les da a entender que no son olvidadas y que su dolor y vivencia es relevante ante la sociedad. La mujer juega un papel importante en nuestra sociedad, un rol fundamental ya sea por su sensibilidad familiar, educación, la formación de sus hijos etc, es frustrante los hechos ocurridos en esta masacre ya que la población directamente implicada es la mujer. No es justo que un ser tan intelectual sea blanco de personas que solo quieren causar controversias sociales con actos desastrosos y poco coherentes, estas mujeres  y su población merecen ser conmemoradas por parte de nosotros ya que siempre fueron unas verdaderas lideres y un claro ejemplo a seguir.

La Guajira es uno de las 32 departamentos de Colombia, se ubica en el noroeste del país, limita al este con Venezuela, al sur con el departamento del cesar y al suroeste con el departamento del magdalena. Bahía Portete se ubica al nororiente de la península de la Guajira, región de clima árido,  capital indígena de Colombia, aquí se encuentra ubicado Puerto Bolívar (puerto minero) y tiene gran cercanía con la mina de carbón de Cerrejón.

En la masacre de Bahía Portete fue coordinada por el comandante del frente auto denominado  contrainsugerncia Wayúu de las autodefensas unidas por Colombia (AUC) Rodrigo Tovar Pupo "Jorge 40", este se ejecuta por un grupo de oscila entre 40 a 50 paramilitares, donde murieron 6 personas 4 de las cuales eran mujeres, en el hecho se dejo numerosas viviendas destruidas, daño psicológico dentro de la comunidad y se destruyo el cementerio ancestral, los hechos ocurrieron en medio de las negociaciones del gobierno de Alvaro Uribe con los grupos paramilitares, El acontecimiento fue mostrado al país como un hecho de la guerra entre las comunidades indígenas.

La mayoría de las victimas fueron mujeres y niños, con la intensión de debilitar su cultura, entre otros aspectos; la razón por la que escogieron dichas mujeres fue porque ellas llevaban mas que los hombres la vocería, su sentido de estar todo el tiempo "rebuscándose"; los victimarios afectaron la diversidad de familias que habitaban, analizaron a cada una de sus victimas ellos no llegaron a el sitio de guerra afectando a el azar a cada persona sino con razones "justificadas" según ellos.

Del total de las seis víctimas fatales de las que se tiene registro en la masacre, 4 de ellas eran mujeres: Margoth (70 años), Rosa (46 años), Diana (40 años) y Reina (13 años). Rosa Fince Uriana (conocida en la comunidad como Ocha) y Margarita Fince Epinayú “Margoth” eran mujeres Wayuu con un perfil social específico. Margoth era una de las autoridades tradicionales reconocidas a raíz de la creación de la Asociación Indígena de Autoridades Tradicionales, Akotchijirrawa: Ella era una mujer mayor y hábil narradora y memorista de mitos de playa e historias de mujeres que se convierten en aves, es decir preservadora de la tradición oral, un papel central de la mujer entre los Wayuu. Margoth “tenía sus animales, chivos, ovejos, mulas”, era la madre de Vicente Gutiérrez y hermana de Isabel Fince, la maestra de la escuela de Bahía Portete. Isabel y Vicente estaban en la lista que tenían los victimarios el día de la masacre. Rosa Fince Uriana era una mujer comerciante dueña de una tienda de víveres en Bahía Portete. Sus actividades de comercio, la posesión de un vehículo y un buen número de animales revelan su prestigio y estatus social en la sociedad Wayuu.
Rosa cumplía papeles de intermediación y representación de la comunidad frente al mundo no indígena, es decir asumía papeles de lideresa, “ella era una líder en la familia de ellos porque ellos son del clan Uriana”. Rosa era también la tía materna que crió y apoyó en sus estudios a Débora Barros, quien se desempeñaba como inspectora en Uribia cuando acontece la masacre y quien desde el incidente del carro robado a “Ocha” asume el papel central de liderazgo de la comunidad. La tía materna, en los arreglos de género en la organización social Wayuu, tiene un papel primordial tanto en la crianza de sus sobrinas como en el apoyo económico a su educación y en el pago del precio de la novia. Tanto Rosa como Margoth habían expresado su resistencia y preocupación por la ocupación de los paramilitares y sus intentos de establecer alianzas con algunas indígenas Wayuu y habían sido blanco de amenazas y ataques.

Cada una de estas mujeres fue asesinada, masacrada, desaparecida, de diferentes formas los traumas en los diferentes momentos no eran solo para ellas sino para toda la población, ya que eran atacadas al frente de todos los que estuvieran presentes así fueran sus propios hijos o familiares. sus cadáveres no pudieron ser enterrados causando esto un rompimiento a la sociedad, el acto de sexualidad es algo degradante, los victimarios no solo fueron asesinos ellos también se encargaron de torturar sexualmente a las mujeres mediante mecanismos como el cercenamiento de extremidades y de órganos asociados a la sexualidad, el uso de palabras degradantes y bastante obscenas también fueron utilizadas en grafiti para herir a estas lideres. Este tipo de crímenes sexuales que utilizan la tortura directa sobre los cuerpos y lo refuerzan a través de la violencia simbólica y discursiva, mediante dibujos y mensajes de violencia sexual, tiene como propósito humillar, intimidar, acallar y castigar a mujeres emblemáticas por su liderazgo social entre los Wayúu. Así mismo, estos actos criminales agreden el mismo cuerpo de la mujer, el espacio doméstico y el comunitario, lo cual se evidencia también en el hecho que el propio territorio carga las huellas no sólo de los vestigios históricos sino las de la masacre.


También tienen fines de aterrorizar a la población; castigar de manera pública y descarnada a las mujeres indígenas lideres, mediante el ataque a sus cuerpos; y provocar el desplazamiento forzado. Los lugares, formas y temporalidades en las que se aplicó esta violencia sexual, sumados a las trasgresiones culturales que estas acarrean, indican que la violencia sexual fue un medio para lograr ciertos fines instrumentales y que también buscaba romper o burlar los principios morales y sociales que regulan las relaciones de género y el trato del cuerpo en este grupo étnico.

Dentro del margen de victimas y victimarios se pueden encontrar las dos caras del conflicto; tal como se menciona anteriormente esta el relato de algunas victimas, los rostros olvidados y marginados por la sociedad, pero a su vez, influyen los victimarios los causantes del conflicto que se genero en la zona, pues fueron ellos quienes a finales de los 90 , llegaron al poblado de la  Guajira , donde casi toda la mitad de la población era indígena de la etnia wayú y desde ese momento dicha población vio arrancar un ciclo de violencia.

La masacre fue generada sin ningún tipo de consideración, pero si causó tal terror  que la gente de la zona salió despavorida. La Fiscalía determinó que únicamente por la masacre se desplazaron 350 personas. Pero un reporte de la Defensoría del Pueblo pudo identificar a 888 personas en situación de desplazamiento de la comunidad wayúu viviendo temporalmente en Maicao, Uribia y Maracaibo en Venezuela, a raíz de la arremetida paramilitar. Las violaciones a los derechos de estos pueblos indígenas no pararon con la masacre.  Los líderes de Portete las han denunciado por seis años consecutivos, y los han amenazado por ello.


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Uno de los victimarios  quien fue llevado a prisión fue José Gregorio Alvarez Andrade alias ‘Pedro 16" el cual confeso ser el responsable de la muerte de algunos miembros de la etnia wuayu entre 5 0 6 personas; ademas afirmo que dicho acto fue autorizado por Jorge 40.
Por otra parte, esta clase de conflicto tiene una común relación con el poder totalitario expuesto por Hannah Arendt, debido a que  ninguno de los individuos tienen la percepción del poder, pero es llevado a una potencia de poderío grupal, donde se encuentra un individuo representante. Ademas, que este tipo de conflicto es una masacre, cruel y sangrienta esta autora promueve el sentido de la vida sobre la violencia, las orientaciones que estaban condicionadas por el propósito de obtener el apoyo y el consentimiento de estos grupos de la población mediante la utilización del terror. El efecto final de esta estrategia del terror, conseguido mediante , la extorsión, la amenaza, el desplazamiento, fue el de paralizar políticamente a la mayoría de la sociedad, destruyendo su capacidad de acción, es decir, su capacidad política. 

Es importante que como personas no olvidemos este tipo de conflicto interno en nuestro país; que no sean olvidados, ni que quede en la impunidad. Para ello, es importante hace ejercicio de memoria para reconstruir la historia.

Las Masacre en Colombia han sido en su mayoría las precursoras par que el conflicto y el acto de violencia siga siendo una constante en nuestra evolución como sociedad y país, al no llevar un poder totalitario legitimo e igualitario donde todas las partes sean beneficiadas y sobre todo se promueva el sentido a las vida 

La violencia de genero y al poderío de la mujer es algo que no se pude permitir cada mujer merece un trato digno y su poderío  se lo ha ganado con mucho esfuerzo al igual el heco de que se hayan hecho valer sus derechos 

Bibliografia 

http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/informes2010/informe_bahia_portete_mujeres_wayuu_en_la_mira.pdf
http://www.elheraldo.co/la-guajira/bahia-portete-diez-anos-sin-retorno-sin-reparacion-y-sin-verdad-149608



Alenjandra Posada 
Alejandra Celis 
Viviana Pardo